Todo lo que pertenece a lo no permitido y tabú al ser humano
le ha ejercido una fuerte atracción, un interés particular. Lo misterioso, lo
que pertenece al otro lado de las reglas ha interesado a los artistas de todas
las épocas y lo han expresado de las formas más variadas, por medio del
lenguaje.
La obra de Joel Peter Witkin (USA, 1939) encaja
perfectamente en estas tendencias y lo que la caracteriza es además de su temática,
su intencionalidad estética. Una gran parte del arte contemporáneo lleva a los
espectadores hasta un límite, ya que abordan -con gran intensidad y sordidez- temas capitales como el sexo, el dolor y la muerte. Cargadas de desnudos pornográficos y referencias a la Historia del Arte, sus imágenes son para el artista el medio de ver y revivir las fantasías que no encuentran lugar en lo cotidiano.
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Joel-Peter Witkin, Cupid and Centaur in the Museum of Five Marseilles, 1992. |
Señala la biografía de Joel-Peter Witkin (1939) que su padre judío y madre
católica romana no pudieron superar sus diferencias religiosas y se divorciaron
cuando él aún era joven, quedando al cuidado de su madre, que lo crio junto a
su hermano mellizo en un ambiente profundamente religioso. El fotógrafo
estadounidense afirma que su particular visión del mundo fue marcada de forma
indeleble por un episodio que presenció cuando niño, acontecimiento fundamental
para introducirnos en su obra. Esto habría ocurrido un domingo cuando su madre
se dirigía a la iglesia con él y su hermano. Al llegar, fueron testigos de un
horroroso accidente, el cual habría involucrado a tres vehículos, todos con
numerosas familias en su interior. A los pies de Witkin habría rodado una
pelota que él tomó entre sus manos y que resultó no ser tal, al constatar éste
la mirada fría de un niño que lo observaba.

Witkin suele crear imágenes que presenta en un tamaño pequeño, no superando los cuarenta centímetros de lado, aunque en la exposición se encuentran también algunas de sus fotografías de mayor tamaño, como Retrato de una enana (1987), Bacchus Amelius (1986), Mujer sobre una mesa (1987), Courbet en la Bañera de Rejlander (1985), Las Expediciones de La Máscara: Helena Fourment (1984), Madame X (1981) o Pygmalion 1981.
Los animales por su lado tampoco escaban de la lente de este ingenioso artista:
“Para mí las cosas extremas son como milagros. No hay nada más aburrido que una persona que está solo bien. Pero fácilmente pudiera vivir en un mundo poblado con estas disyuntivas cosas bizarras… Yo opero desde la confusión hacia la claridad”
A través de los ojos de este gran artista se puede ver la muerte de una manera diferente, cuestionando los límites entre lo profano y lo aceptable en la sociedad moderna por medio de definir la fotografía en el arte contemporáneo.